Walter Rohrl conseguiría su última victoria en un
rallye del mundial en el San Remo de 1985 a los mandos del brutal
Sport Quattro.
Sin opciones tanto para el mundial de marcas como para el de pilotos, un desanimado equipo Audi decidía alinear un solo coche para el bicampeon Rohrl (1980-1982), el mejor reparto de pesos del 205 Turbo 16 y la ligereza del excitante Lancia 037 habían superado con creces al inadaptado y demasiado potente Quattro de motor delantero.
Walter salió a muerte, tan concentrado como siempre y conduciendo sin contemplaciones, achicharrando a sus rivales tramo tras tramo, haciendo un rallye perfecto y sin dar opciones a nadie, tanto en tierra como en asfalto demostró una vez más ser uno de los mejores pilotos de la historia de esta especialidad y elevarse a la categoría de míto viviente.
Aquel día el Sport Quattro volaba literalmente con sus 500CV sobre los tramos de tierra de La Toscana. El San Remo de 1985 será recordado por la victoria del coche más brutal jamás creado para rallyes.