Esta revista vuelve a superarse a si misma, el nº 50 no tiene desperdicio, la historia del Quattro, la del único Lamborghini Monza (ya se contó en este blog), y la no menos impresionante de un BMW 328 Mille Miglia que tras pertenecer a Albert Speer y acabar posteriormente en la URSS fue cambiado por un Lada.
Es solo el comienzo, luego llama la atención el artículo sobre el Bucciali carrozado por Saoutchik y las recreaciones de clásicos. Una pena que la calidad del papel de esta publicación no sea la misma que la de sus primeros números.
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